Publicado en La Voz de El Viso en abril 2020.
¿Por qué me siento culpable si he hecho lo correcto?
Esta pregunta aparece con frecuencia en nuestra cotidianidad ante las situaciones que se nos presenta. La culpa tiene una función adaptativa para hacernos conscientes en el caso de que no hallamos ejecutado la conducta correcta, y así tras reparar la acción, aprendemos y nos adaptamos a nuestro medio. La culpa es necesaria, es una forma de aprender, pero a veces, los demás nos culpan de su comportamiento, recuerda que solo somos responsables de nuestro acto, no las conductas de los demás. Cada persona debe asumir el papel que ha elegido tomar ante un conflicto, y esa elección no parte de nuestra conducta, sino de ellos mismos.
El sentimiento de culpa puede manifestarse en tres facetas:
- a) La culpa sana, nos ayuda a adaptarnos y a respetar las normas de nuestro grupo de referencia.
- b) La culpa insana, este sentimiento se basa sin una causa real, no encontrando solución y al no hallarla entramos en un bucle de dolor constante que no nos permite desarrollarnos ni expresarnos.
- c) Ausencia de culpabilidad. Dejamos de ser empáticos y solo nos centramos en nuestro bienestar sin ser coherente con nuestras acciones.
Cuando nos quedamos atrapados en la culpa insana, las personas sufren estrés, frustración, baja autoestima, ansiedad y exceso de control en nuestro día a día entre otros síntomas.
¿Qué pautas nos ayudan para salir de este estado?
- Reconocer y asumir nuestros sentimientos.
- Analizar nuestra conducta, e interpretarla acorde a nuestra posición.
- Si tras el análisis, asumimos que nuestro comportamiento no fue el adecuado, lo expresamos e intentamos reparar el daño causado. A veces, es tan sencillo con decir lo siento.
- Perdónate por ese acto. Solo errando podemos aprender.
“Vale más actuar exponiéndose a arrepentirse de ello, que arrepentirse de no haber hecho nada.”
G. Boccaccio
