La ira surge cuando la persona se ve sometida a situaciones que le producen la acción o que le resultan aversivas. Cuando nos sentimos airosos se centra la atención en el objeto o persona que inspiró a este sentimiento, y se activa el sistema de defensa. Las emociones permiten a la persona planes de acción o de defensa con tanta intensidad como lo hace la ira. Por ello, sin duda alguna la ira al igual que el resto de las emociones tiene carácter adaptativo. Sin embargo, su mala prensa, no nos permite caer en este detalle, ya que frecuentemente este sentimiento va unido a la agresividad o a la violencia.