La vida cotidiana está llena de distracciones, pequeños olvidos y meteduras de pata involuntarias. Todo el mundo las sufre. No es tan raro, por ejemplo, olvidarse las llaves dentro de casa. Hay quien se olvida incluso de acudir a una reunión importante, de un cumpleaños o de la fecha de su aniversario de boda. Estos despistes se producen normalmente por un fallo en la llamada memoria prospectiva, que es la capacidad de acordarse no de los recuerdos pasados, sino de las intenciones futuras, de algo que debe ser realizado con posterioridad.